Olvidate.

Olvidé el olor de tu ropa, olvidé la voz de cuando me contabas todos los problemas que te comían por dentro, olvidé como era esa sonrisa en medio de aquel parque.


Adiós. Palabra que olvidaste decir. Adiós. Palabra que no quiero escuchar.

No quiero nada más de ti. Duele. Duele ver como ya no me miras como antes. Duele no saber como hablarte. Duele no sentir nada. Duele que ese bonito sentimiento haya muerto por dentro.

No me cojas del brazo y me digas que me quede. Si me quieres déjame que me vaya. Deja que me vaya antes de que me de cuenta.

Aún conservo todas esas cartas y besos que me distes.

Siempre que me acuerdo de ti, las presiono contra mi pecho. Como hago ahora mismo.

Me retumba en los oídos “prométeme que nunca te marcharás, que siempre estarás conmigo, que siempre tendré tus hombros para mí”. Promesa que tú incumpliste.

Hay estas, como si nada. Maldito día.

Maldita…
No se que hacer. Eso me hace llorar.

Miradles, allí jugando en la arena como si supieran que las cosas no fueran a cambiar con los años, disfrutando de sus mutuas compañías, mirando, parecía que el tiempo se había parado, que todo seria igual que antes, que cuando nos conocíamos, parecía como si nunca se fueran a separar, como deseando que nunca ese momento fuera a terminar, pero en el fondo sabían que todo eso algún día acabaría. Verdad. Y cambia.

Ya lo echo esta echo. Ahora toca cambiar el rumbo. Alejada de ti. Feliz. Triste. Sentimientos mezclados.

Quiero que te vayas. Olvídate de mí y de tus promesas truncadas. Olvídate de TODO.

 
 

 
 
*He dejado de quererte. Desde ahora, desde hace un rato, no puedo mentir ni decir la verdad. Ahora ya no te quiero. Adios, te habría querido para siempre.*