Entró de nuevo en la habitación. De un momento para otro las paredes desaparecieron y se encontraba en plena calle con la gente mirándole de arriba abajo.
El chico asustado por tal situación, comenzó a frotarme los ojos para comprobar si estaba soñando o era la pura realidad.
Un intenso eco se le metió en los oídos que hizo que le tendiera en el suelo y tirara el cigarro casi terminado al suelo.
Miles de voces le hablaban, o al menos eso parecía. No sabía que le pasaba, pero era como si pudiera escuchar el pensamiento de las personas que pasaban por su lado.
Todavía un poco asustado. Fijó mi mirada en una chica que pasaba por allí con la intención de comprobar y verificar que eso que me pasaba era cierto.
La chica se acercó más a su lado y un poco asustada por como le estaba mirando le pregunto que si estaba bien. Y con una grandísima interrogación en su cabeza, le dijo que si, que gracias, con una extraña sonrisa en la cara.
La chica se fue y el se quedó un poco consternado. Porque con esa chica no iba tal “don”, se preguntaba.
Pasaron unos días, y ya el chico casi dominaba ese sexto sentido que consiguió sin alguna razón aún conocida.
Él estaba en la barra de aquel bar donde siempre solía ir a tomarse unas cervezas antes de irse a casa.
Pero de pronto empezó a sentir esas nuevas voces que hablaban cosas feas de él hasta incluso la voz de su amigo, su amigo que le atendía en la barra.
El chico se marchó tan rápido como pudo y triste por lo que había escuchado, decidió irse a la playa, al menos allí no habrá nadie y no podré leer los pensamientos de los demás.
Pero allí estaba la chica con la que se encontró la primera noche.
Ella estaba con una guitarra cantando aquella canción que tanto le gustaba a él.
Él comenzó a sentir una sensación extraña que le hacia olvidar todo esos malos pensamientos que antes había escuchado. Se tiró mirando las estrellas mientras escuchaba esa dulce voz que venia de escasos metros de su lado.
La chica cuando descubrió que tenía alguien a su lado y que la estaba seguramente escuchando, dejó de tocar y cantar e hizo como la que estaba tan solo afinando la guitarra.
Él, comenzó a reírse y sin a penas pensarlo, comenzó a hablarle en la distancia.
Ella, avergonzada por su actuación y por sus elogios, se acercó a donde estaba él y pronto se acordó que esa cara ya la había visto antes y incluso que se preocupo por una vez.
Ellos, en medio de la noche, rodeado por millones de estrellas y esa hermosa luna, sin que nadie les molestara, ellos, ilusionados por aquella situación.
Desde aquella noche, ellos siguieron manteniendo contacto, fueron al cine, al parque de atracciones, a un bonito restaurante, sin a penas saber que poco a poco se enamorarían.
Pasaron un par de semanas desde aquella noche en la playa, él confiado en decirle sus verdaderos sentimientos, aunque con miedo a por su reacción al mismo tiempo que se había olvidado de ese “sexto sentido” que le volvía loco.
Ella apareció, tan bella como siempre, sonriéndole a todo su alrededor.
El, nada más verla aparecer, se olvidó por un momento de lo que quería decirle.
El y ella estaban uno enfrente del otro, él la tomó de las manos y le dijo:
“Quiero destruir toda las malezas que fluyen a tu alrededor, quiero sentir tu alma, quiero decirte que contigo todo es diferente, contigo soy libre, tienes un poder sobre mi que no puedo esquivar, pero no me importa, sólo pretendo hacerte feliz y que me des un fuerte abrazo si es así”. Su corazón dejo de ser un rápido coche a una lenta tortuga.
Ella con los ojos llorosos, soltó sus manos y se lanzó a sus brazos.
Ellos sintieron su respirar tan en el fondo que no sabía si parar o dejar que esa droga siguiera haciendo su función.
En ese mismo instante y en medio de ese mágico beso, ambos se separaron y se miraron fijamente. Algo no iba tan bien como ellos esperaban.
La chica comenzó a llorar y él sin saber el porque se acercó y la consoló durante unos minutos.
De pronto la chica empezó a decirle que había algo que no le había contado y no podía aguantar más.
“Yo tengo un “don” extraño, hace años que me pasa y aún no se el porque, creía que lo controlaba pero apareciste tú, contigo es distinto, contigo ese poder no me funciona, no hace efecto, tú tienes poderes sobre mí, no puedo más, estoy angustiada, te quiero, pero no quiero perderte….ya no puedo más, ahora entiendo que te quieras marchar, entenderé que jamás quieras a saber nada de este “bicho raro…”
La chica rompió a llorar y el chico se quedó paralizado y confuso.
No supo como reaccionar y tampoco supo contarle que a él le pasaba lo mismo.
Pasaron 3 meses de aquella vez y ambos se encontraron por casualidad.
Él tuvo el valor de contarle la verdad y en medio de aquella felicidad, la chica se abrazó a él sin preguntarle ni pedirle explicación alguna.
De repente, en medio de aquella calle moribunda, la chica se desvanecía entre sus brazos como agua entre los dedos.
De un segundo a otro, la chica desapareció, no quedaba nada de ella, ni sus besos robados, ni su alma enamorada, ni su dulce voz…

El chico sin entender nada, empezó a llorar como nunca lo había echo, desconsolado, furioso consigo mismo, su corazón enamorado pedía refugio, pedía un último adiós.
Esa estrella que miraba desde el balcón, fue la que había marcado por siempre su corazón.
*No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos*
Muy bueno el texto, ya me iré pasando a cotillear ;)
Un besito!