Un día más...

viernes, 23 de julio de 2010

Hoy, un días más a la lista de fracasos.
Intento pasar de todo aquello que me hace mal, de hecho cuando estoy a punto de ello, viene algo o pasa algo que hace que me lo recuerde.


Caigo en su magia y sin duda alguna me lanzo desde el acantilado, por el camino miles de preguntas y visiones felices, pero algo golpea mi cuerpo y hace que me pare al instante, miles de burbujas que pasean alrededor de mi cuerpo bailando aquella canción.


Por un momento creí sentirme a gusto allí abajo, viendo todas aquellas maravillas…
Pero algo me hizo cambiar de opinión, nade lo más que pude para llegar a la superficie, pero mientras más nadaba, más largo se me hacia el camino, cansada ya, despidiéndome del mundo, algo me eleva rápidamente hacia arriba, yo sin aún creérmelo, salí a la superficie y dos preciosos delfines me decían adiós a medida que se iba alejando de mi vista.


Yo tirada en la orilla, empapada, sonreí y con una dulce mirada me despedí de ellos…
Sin encontrarme aún alguna explicación, comencé a caminar en busca de la salida que me condujera a mi ciudad natal.


Por el camino, me encontré una caja de madera dando tumbos por las olas, la cogí pero estaba custeada por un duro candado, el cual era imposible abrir…
Me la lleve conmigo, y proseguí con mi camino.


Un fuerte ruido me asustó y la caja de madera se cayó y se rompió en mil pedazos, nunca entendí como un susto pudo hacer que se abriera la caja y pudiese ver que contenía y un duro golpe de piedra no… pero bueno mejor así…


No perdí oportunidad y miré lo que la naturaleza me había ofrecido, ojee y vi que contenía unos escritos con bolígrafo, los leí y me quede tan sorprendida que no sabia como reaccionar y lo único que se me vino a la mente fue correr y correr, dejando atrás aquella caja, corrí, corrí y corrí hasta perder de vista aquel escrito.


Pasadas unas horas, caminando, me toque los bolsillos del pantalón y allí estaba otra vez, ese escrito que me había impactado. Me lo arranque de los bolsillos y los intente tirar al agua, pero no se despegaba de la mano, era como si quisiese que lo llevara siempre conmigo.



En definitiva, comprobé que aunque los problemas los quieras desechar, tarde o temprano vuelven a ti, que al final tendrás que terminar arreglando.




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