martes, 3 de mayo de 2011
Llevo seis putas semanas, y perdón por la expresión, pensando y rallándome por todo lo ocurrido desde que te conocí.

Día, noche, uno tras otro, esperando a tu puta llegada, a tu inmerecida espera, para luego encontrarme con un simple “adiós” y una cara de odio.

Si solo para eso me llego 6 semanas, contando cada tic tac del odiado reloj, ese tic tac que poco a poco se consumía y me consumía.



Dime! Dime tú de que me ha servido todo este tiempo perdido, creándome miles de mariposas e ilusiones que ahora son desvanecidas…



Tú, lo mismo convertiste mi alegría en llanto, que mi pena en amor, tú que controlas cada segundo de mi vivir, tú el único causante de mi amor… tu causante de miles de noches estrelladas… tu, rey de mi alma, rey de la nada.



Sinceramente, ahora mismo, siento un grandísimo dolor y rabia que inunda mis verdaderos sentimientos, es más, se que cuando todo esto se me pase, seguiré sintiéndome en las nubes cuando sepa de ti, aunque sólo sea por una sonrisa.



Cambiando de tema, porque estoy harta de tener que hablar siempre de lo mismo, me fundo en hablar de todo lo que a mí alrededor, día a día sucede…



Cada vez me doy más cuenta de que todos aquellos que dicen ser tus amigos, pues resulta ser que no es así o si lo es, sólo es amigo para cuando le interesa.


Domingo por la noche, caminando por la playa mientras el viento me daba de cara y sentía esa dulce brisa que tanto me gusta sentir, se me pasó por la mente, muchos recuerdos, tantos buenos como malos, no pretendí y muchos menos pensé en que esos recuerdos pronto se volverían a repetir.



Lo más triste es que tú no estabas a mi lado como cuando siempre nos contábamos los buenos momentos, todo lo vivido, hasta cuando me regalaste aquella concha con cara dulce y traviesa a la vez.



Muchas veces, mientras paseaba, miraba la luna y a las estrellas, puede parecer algo cursi, es más dramático, pero hay tantas cosas que echo de menos y que ya, quien sabe, nunca más podré recuperar, que no pude resistir que unas lágrimas brotaran, no se si de felicidad o de tristeza.



Pasado unos minutos, tumbada en la arena, escuchando aquella canción que habla de la vida, de lo que tienes y lo que no, era perfecta para la ocasión.



Ante tantas movidas y algún que otro trago de cerveza, al compás de mi triste guitarra, siento como si alguien me acompañara en el medio de la noche, en aquel vacío.



Yo tocaba un acorde, y al segundo se escuchaba el mismo, tal vez fuera cosa de mi imaginación, pero la real de aquel momento es que lo sentía, lo percibía.



A las horas decidí pirarme de aquel sitio a mi casa, pero por el camino encontré más bien recibí lo que a día de hoy, es algo importante para mí.





ATT: yo.


 

0 comentarios:

Publicar un comentario