-

martes, 1 de noviembre de 2011

Nos hemos encontrado por casualidad y digamos que nuestro encuentro no fue tan agradable como esperaba.
Habíamos cruzados algunas palabras, pero sin importancia.
Hasta que cierto día, esas palabras cruzadas, sin importancia, se volvieron rutinarias e importantes.
Cada palabra escondía un misterio por resolver, el misterio de encontrar el porqué de esta misteriosa casualidad.

Pasaron unos años y todo seguía cobrando sentido.
Las palabras, ya se convertían en frases e incluso párrafos, párrafos que se extendían a medida que pasaba las horas.

Párrafos que escondían diferentes estados de ánimos y palabras de apoyo y compañía.
Todo eso se fue convirtiendo en una rutina, en una necesidad.
Sentimientos y emociones escondidos detrás de una pantalla, sentimientos y emociones que día tras día se volvieron más y más fuerte.

Esa mañana de verano que recuerdo como si fuera ayer mismo.
Esa mañana de verano donde nos encontramos. Esa mañana de verano donde supimos que éramos reales.
Después de aquel momento, una vez pasado, todo se volvió de un color más agradable pero también más agridulce.

Tenía miedo a que todo lo anterior, se volviera al pasado, una vez cumplida nuestra promesa.
Para mi suerte, nada de eso pasó.
Todo se volvió más y más fuerte, más y más real.
Los sentimientos y emociones ya cada vez costaban más de guardar y siempre acababan saliendo por algún lado.

Nos ayudamos y nos dimos amistad y compañía, amistad y cariño.
“Recuerda, si tú saltas, yo salto”, como olvidarlo.

En tan poco tiempo que convertiste en un ser importante para mí.
Tus palabras eran necesarias para ayudarme a entender el porqué de muchas cosas o simplemente para no hundirme en momentos en los cuales no “sabía nadar”.

Sabemos que te metes en líos sin buscártelos, que te emparanoyas con cosas que no debes y que dices ser un desastre… pero ¿sabes qué? A mi todo eso me da igual, porque yo te quiero así.













*"Hay un hilo que ata cosas aparentemente lejanas"*

0 comentarios:

Publicar un comentario